Sarah Mather inventó y patentó el primer telescopio submarino, antecesor del periscopio. El aparato constaba de diferentes lentes que permitían observar el fondo marino desde la superficie.
Aunque tuvo una gran importancia para la historia de la navegación subacuática, se sabe muy poco acerca de ella, hasta el punto en que se desconocen las fechas exactas de su nacimiento y fallecimiento y tampoco se tiene referencia de qué grado de educación pudo recibir.
Se cree que Sarah nació en 1796 en Brooklyn, Nueva York, donde desarrolló el trabajo que le otorgó su reconocimiento científico, y falleció en 1868.
Durante la década de 1840 se concedieron únicamente 14 patentes a mujeres en Estados Unidos, y una de ellas fue de Mather. Según el registro a su nombre en 1845, el telescopio submarino era un dispositivo consistente en un tubo con una lámpara en un extremo y una serie de prismas ópticos o espejos unidos a un extremo, para de esta forma iluminar diversos objetos al ser sumergidos. Y, al ser un telescopio, se podían examinar dichos objetos desde la superficie.
Años más tarde, Sarah consiguió otra patente titulada “Mejora en los Telescopios Submarinos”, que permitía calcular la distancia a la que se encontraban los objetos observados y su tamaño. De esta forma, su invento llegó a ser una pieza clave en la investigación y el desarrollo de la industria naval. Además, su invento fue realmente útil para la detección de la actividad subacuática en época de guerra.
El telescopio submarino, más allá de su uso militar, se emplea a día de hoy para observar buques y aviones como una herramienta que facilita la observación y la navegación.