Emily Warren Roebling (23 de septiembre de 1843 – 28 de febrero de 1903), de nacionalidad estadounidense, es conocida por su decisiva contribución a la conclusión del Puente de Brooklyn.
A pesar de no haber tenido acceso a una educación superior, se convirtió en la primera mujer ingeniera jefa a pie de obra de la que se tiene noticia. Autodidacta en matemáticas, Emily se casó con Washington Roebling, quien era hijo del diseñador del puente de Brooklyn. Al morir el padre, la ejecución de la obra pasó a su hijo Washington. Sin embargo, éste padeció grandes problemas de salud a causa de las obras, por lo que fue Emily se convirtió en “la primera mujer ingeniera de campo” al continuar con la dirección de la ejecución del puente de Brooklyn hasta que estuvo acabado. Durante catorce años, Emily visitó diariamente las obras del puente ejecutando las órdenes que su marido enfermo le daba desde el lecho. Unos años más tarde, el sueño de los Roebling era una realidad.
El 24 de mayo de 1883 se inauguraba uno de los puentes más concurridos del mundo, el puente de Brooklyn. Subida en un carruaje, fue una mujer la primera persona que lo cruzaba el puente, sin cuya determinación no se habría podido acabar. El puente colgante que une los distritos de Brooklyn y Manhattan en Nueva York fue, por aquel entonces, el más grande del mundo, y el primero suspendido mediante cables de acero. Y, por su decisiva contribución en su construcción, durante los discursos en la ceremonia de inauguración del puente de Brooklyn se puntualizó que la construcción «era un monumento a la sacrificada devoción de una mujer y a su capacidad para la educación superior, de la cual había sido largamente excluida». De hecho, a día de hoy, el puente sigue teniendo una placa conmemorativa dedicada a Emily, su marido y su suegro.